Doble personalidad

De pronto, junto al fuego, nada encaja donde debiera. Y cuando digo nada, me refiero a la nada absoluta. A nadie. Ni el color del cielo que atardece justo del modo en que no debiera hacerlo. Ni la temperatura del viento. Tampoco es correcto el arco de mis dedos, que al sujetar el lapicero no encuentran la forma de convertir al lobo fiero de papel en un rebaño de fieles corderos.

Parece mentira que ayer también fuera yo. ¿O era otro? ¿Un impostor?

Lo único que recuerdo con claridad es que ayer todo era perfecto. El cielo tenía el color correcto, y me permitió robarle un pedazo para pintar el fondo de mi lienzo. El viento también se mostró amable conmigo, me sonrió entre abrazos de brisa y me templó los dedos mientras hacía danzar el pincel.
Ayer transformé miles de papeles blancos en escenas, en historias contadas con trazos, en leyendas.
Ayer era musa y artista, todo fluía, el mundo se balanceaba y bailaba risueño... y yo formaba parte de ello.

Hoy llueve. Duele. Y no encajo en ningún lugar. Ni tan siquiera en los mundos que creé yo misma para dejar de sentir pegada a mi piel esta maldita soledad.

                                                                                                                                       
Antha d'irlenbrant
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